martes, 10 de febrero de 2015

Conspiración 11

Capítulo XI



Después de una noche tortuosa Ehre salió  al salón encontrándose con todos menos Ode que estaba entrenando, sin siquiera saludar dijo:

—Hund, Wass y Maler, quiero que secuestren al rastreador Töricht.

Todos se miraron confundidos, Sólo Maler suprimió un gesto de odio, presentía las intenciones de Ehre.

—Pero para qué—preguntó Gelb.

—Necesito tener algo con que chantajear a la princesa Lux.

—¿Chantajearla?—preguntó ahora Hund.

—Sí—dijo Ehre girándose para volver a la habitación y dando por concluida la reunión—me casaré con el príncipe Naivität.

Todos ensancharon los ojos con asombro ¿habían oído bien? El gran Ehre, líder absoluto de los Koks ¡¿Casado?!

Sin importarle la reacción de sus compañeros Ehre volvió a la habitación encontrando a Naivität sentado, refregándose los ojos al tiempo que bostezaba, esa imagen se le hizo muy tierna y sexy trayendo a su mente los recuerdos de la noche anterior cuando lo toqueteó a placer. Sus mejillas ardieron.

—¿Qué van a hacer conmigo?—preguntó Naivität al verlo, sacándolo de su ensoñación.

Recuperando el aplomo Ehre logró responder—te llevaremos al reino del oeste.

Naivität  lo miró con asombro, el moreno fingió indiferencia y comenzó a buscar algo en el armario—¿Por qué?—susurró atónito ¿lo habían secuestrado para llevarlo con sus propios aliados?

—Porque sí—contestó con un falso tono de fastidio aún sin mirarlo, pues la verdad estaba muy nervioso, no sabía cómo decirle que quería casarse con él.

Y por algunos minutos, todo fue silencio.

En el salón el clan aún no digería la noticia.

—¿Pero qué tiene que ver la princesa Lux con que se case?—preguntó Gelb confundido.

—Nuestras leyes no tienen valor legal en ningún sitio—aclaró Ziel—por eso necesita casarse allá, para que sea legal en Brillenglas.

Gelb mantenía el brillo de asombro en sus ojos azules—guao, pensó en todo.

Wass, Hund y Maler salieron sin despedirse para cumplir su misión, Maler no podía disimular su enojo, Ehre había hecho su jugada y vaya que era buena, aparte le mandaba lejos, apenas habían transitado un corto trecho cuando se toparon con Ode y a él se le iluminó el rostro con una idea.

—¿a dónde van?—preguntó ella confundida.

—A secuestrar al rastreador Töricht —contestó Hund.

—Porque Ehre se quiere casar con el pequeño emperador-aportó Maler.

—¡¿Qué?!—gritó ella escandalizada y sin darles tiempo para responder corrió a la casa.

—No debiste decirle eso—le reprendió preocupado Hund.

—Es la verdad—contestó encogiéndose en hombros para restarle importancia al asunto, pero satisfecho, esa mujer sería su arma de contraataque, perfecta para destruir los planes de Ehre.

Y así siguieron su camino.

En la habitación Ehre ya había hecho la mochila de viaje, mientras Naivität se había puesto sus botas negras siempre mirándolo intrigado, luego el moreno avanzó hacia él y le coloco una capa para protegerlo del clima, Naivität se dejó hacer.

—Nos vamos ya—dijo Ehre con suavidad.

Naivität asintió no muy seguro, no entendía de qué iba el tal secuestro. Pero la calma se esfumó cuando de golpe entró una furibunda Ode y gritó:

—¡Ehre, cómo es que te vas a casar con ese mequetrefe! ¡¿Estás loco?!

Sobresaltado, Ehre la miró con odio al tiempo que Naivität se apartaba de él y turbado pronunció:—¡¿Casarte conmigo?!

—Él es un poca cosa, no nos hace falta su reino de mier…

—¡Cállate estúpida!—rugió Ehre abofeteándola con mucha fuerza.

Ella lo miró y se  horrorizó, los ojos de Ehre mostraban una furia demencial.

—¡Yo no me voy a casar contigo!—gritó Naivität —¡Eres un maldito aprovechado!

—Lo ves, él…—intentó hablar pero el avance de Ehre la hizo caer en pánico y huir despavorida.
Ehre resoplaba tratando de calmarse, esa idiota lo había arruinado todo.

—Si crees que la princesa Lux nos casará estás mal de la cabeza, ella no permitirá que un vividor aprovechado gobierne Brillenglas —espetó el pelirrojo.

—¡No soy un aprovechado!—gritó girándose hacia él tomándolo de los brazos—¡Yo no quiero tu reino!

—¿A no? ¿entonces qué? Me vas a decir que eres un luchador por la justicia—gritó a su vez Naivität enfrentando su mirada, ardiendo en cólera.

—¡Quiero que estés bien!—susurró Ehre, no era bueno con las palabras y eso lo ponía nervioso—quiero que tú gobiernes tú tierra en tranquilidad…quiero que estés seguro.

Naivität se calmó un poco, Ehre aún no lo soltaba y lo miraba de una manera que él no lograba descifrar.

—No te tocaré si no quieres—dijo en voz muy baja cerrando los ojos, él, uno de los hombres más fuertes del mundo tenía miedo del rechazo de un mocoso.

—No te entiendo—dijo Naivität ya sereno—qué buscas.

Ehre pegó su frente a la de él haciéndolo ruborizar y susurró—que seas feliz.

Naivität no dijo nada, todo le era muy confuso ¿qué ganaba ese hombre estando a su lado, siendo algo así como su guardaespaldas? ¿Por qué lo secuestraban para llevarlo a donde precisamente él se dirigía antes del secuestro?, sin duda la situación era muy extraña, pero por lo pronto él no podía hacer otra cosa más que esperar.

Afuera Ode golpeó un árbol con tanta fuerza que lo derribó—¡Malditasea!—exclamó furiosa, tenía años tratando de llamar la atención de Ehre y jamás había logrado nada y ahora, llegaba ese mocoso pelirrojo y en un solo día conseguía comprometerse con él ¡era humillante! Se masajeó las sienes tratando de calmarse, no se resignaba, debía hallar una solución, pensó detenidamente en el asunto, era obvio que Ehre mostraba mucha delicadeza  hacia ese pelirrojo, era obvio que quería  agradarle, que le correspondiera y conociendo sus dotes de seductor estaba segura que tarde o temprano el maldito enano caería y eso no lo podía permitir, debía hacer algo para que el mocoso despreciara a Ehre hasta el punto de aburrirlo. Reflexionó largo rato hasta que encontró la respuesta y sonrió de manera perversa ¡Oh sí, Naivität de Brillenglas odiaría hasta la muerte a Ehre!





Cuando emprendieron el viaje, Ehre, Naivität, Ode, Gelb y Ziel, todos iban en silencio, silencio que se prolongó mientras cruzaban el espeso bosque. Después de varias horas llegaron a un descampado y tuvieron que detenerse para descansar, pues aunque Naivität no se quejaba lucía en extremo agotado. Aprovecharon entonces para encender una fogata y cocinar algunas salchichas. Ode pensó que ese era el momento para poner en marcha su plan.

—Gelb—llamó suavemente al rubio—¿podemos hablar?

Incómodo, Gelb trató de evitarla—estoy muy ocupado.

—Lo sé, siento molestarte—susurró fingiendo congoja—pero yo…

Gelb la miró y su corazón noble se ablandó—está bien, dime.

—este yo…será que podemos alejarnos—pidió bajando la mirada—es que…no quiero que nos escuchen.

Ziel que estaba cerca, frunció el ceño “y ahora qué trama” pensó con enojo.

Gelb dudó un poco pero luego accedió—de acuerdo.


Ambos se alejaron y Ziel fue tras ellos, no confiaba en Ode. Con la excusa de que Ehre y Ziel  por ser Koks  los podrían escuchar se alejaron mucho y ella comenzó su falsa platica de disculpa para entretenerlos, sabía que Ziel los había seguido y sonrió, de hecho eso era parte de su plan, necesitaba dejar a Ehre sólo con el pelirrojo, porque ella le había echado una droga a la comida de Ehre, una droga que anula el raciocinio y  abandona al cuerpo a sus más bajos instintos,  Ehre no podrá evitar violar brutalmente, esa misma tarde, al enano pelirrojo.

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