domingo, 15 de febrero de 2015

Conspiración 4


Capítulo IV


Sentía  que sus manos sudaban de más, estaba muy nervioso, cuando llegó junto al rubio este lo sentó sobre sus piernas y lo abrazó como si fuese una madre abrazando a su hijo. Gelb iba a pedirle perdón por todo lo que le estaban haciendo pasar pero no pudo, sintió que le faltaba el aire y un dolor agudo se instalaba en su costado, percibió que el chico se apartaba y vio que sostenía un cuchillo ensangrentado, sonrió  burlándose de sí mismo “cómo no me di cuenta”, fijó su vista en la mirada verde agua  y notó el terror en ella.

Perdió sus fuerzas y el pelirrojo retrocedió torpemente, cuando el cuerpo del rubio tocó el suelo Naivität dio un respingo, estaba como ido mirando el fluir de la sangre del otro, se estremeció aturdido. Lo había hecho ¡Había apuñaleado a una persona! Caminó torpemente y en vez de salir con cautela como había planeado terminó corriendo desesperado, tropezando, cayendo y levantándose muchas veces, su mente nublada entre brumas de tristeza y angustia.

Por azares del destino la suerte lo acompañó, nadie notó su huida porque todos estaban ocupados en otros asuntos: los mayores conversando en el salón, Ode fumando un cigarrillo acostada aún en la cama maldiciendo su suerte, Hund llorando en el patio trasero y Wass limpiando sus armas en su habitación.

Corrió sin rumbo deseando más allá de escapar olvidar la terrible sensación de rasgar la piel de una persona, cuando sintió que se ahogaba se detuvo cayendo de rodillas. Golpeó con sus puños el suelo—deja de lamentarte-se instigó a sí mismo— se un hombre. De pronto su monólogo fue interrumpido por un ruido detrás de unos arbustos, se puso de pie de un salto temiendo que lo hubieran hallado, pero entonces el intruso se dejó ver y los ojos de Naivität se ensancharon enormemente—… ¡Verräter! …—murmuró incrédulo.

—¡Emperador!—exclamó con el mismo asombro el hombre.

Naivität no sonrió porque su orgullo no lo permitió, pero sintió una dicha enorme de encontrarse con su fiel siervo, Verräter. Ahora le parecía que la pena sería más llevadera.

—¿Lo siguen?—preguntó Verräter acercándose a él, receloso.

Naivität negó con la cabeza—creo que ni se han dado cuenta de que me escapé.

Verräter sonrió ampliamente y al llegar junto a él lo tomó por los hombros, Naivität se sorprendió, pues su siervo jamás lo tocaba ya que estaba prohibido que tocara al emperador, aunque tampoco le importó en ese momento, alzó la cara para mirar los ojos del mayor y se extrañó al no poder descifrar su mirada.

—¡Que bien!,  después de todo tomaré lo que siempre quise—comentó al afianzar su agarre para inclinarse a besarlo.

Naivität se sobresaltó y alejó la cara lo más que pudo, Verräter le restó importancia y comenzó a besuquearle el cuello.

—¡Qué haces! ¡Suéltame!—gritó asustado.

—Cállate—ordenó Verräter, echó un vistazo en derredor para cerciorarse de que nadie los había visto, mientras Naivität seguía forcejeando para liberarse, estaba impresionado, aún no podía creer del todo que Verräter, el hombre que prácticamente lo había criado, lo traicionara así. El mayor se lo echó al hombro y buscó con prisa la cueva donde llevaba horas escondido. Al llegar soltó al menor en el suelo sin ningún cuidado.

—Por qué haces esto—preguntó dolido levantándose.

—Porque me gustas—contestó Verräter —siempre me gustaste, pero no podía tocarte y eso me encabronaba.

Naivität respiró  profundo tratando de recuperar su semblante indiferente—qué idiotez estás diciendo.
Verräter comenzó a acercársele mirándolo con lascivia—y ya que el plan se vino abajo qué caso tiene ocultarte mi deseo.

Naivität sintió su corazón dispararse a mil al ver a ese hombre cada vez más cerca, apretó los puños y trató de correr hasta la salida de la cueva pero Verräter lo atrapó por la cintura.

—No, mí pequeño emperador, tú de aquí no te vas.

—¡Suéltame!—gritó asqueado, el miedo se había apoderado totalmente de él.


Verräter lo ignoró y lo besó afianzando su agarre sobre la pequeña cintura con una mano y atrapando su nuca con la otra haciendo presión para besarlo a placer, sentía los puños de Naivität golpearle el pecho y como se retorcía con furia, eso lo excitaba sobremanera, su lengua pujaba por entrar en esa boquita rosa que lo volvía loco pero el pelirrojo apretaba los labios impidiéndole el acceso, entonces lo cogió del cabello y lo zarandeó para ver si lograba que abriera la boca, pero Naivität se mantuvo obstinado.

Continuará...

3 comentarios:

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  2. que desgraciado, pobre pelirrojo, no me lo maltrates!!

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  3. Madre mía lemon!!!! xD pobre pelirrojo aunque esto esta muy bueno x////D

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