Capítulo I
El Inicio
Altanero, pedante y
mujeriego, así es Fabrizio, líder de la
banda narcotraficantes “los pistoleros”. Nacido en Umbria, Italia. Él y sus
hombres se movían constantemente de país, era una forma de eludir a las
autoridades, de hecho siempre lograban pasar inadvertidos. Esta vez estaban en
Moscú realizando una transacción, como siempre todo bajo un estricto cuidado
pero inesperadamente fueron sorprendidos por la policía. Fabrizio tenía los
ojos desorbitados ¡Cómo era posible si se manejaban en el más estricto secreto!
y entonces lo comprendió, apretó los
dientes conteniendo la ira porque eso significaba que en su banda, había un
sapo.
A pesar de sus
contactos todo falló, alguien lo quería hundido, así que sin más, Fabrizio
Casiraghi fue condenado a trescientos veinticinco años de prisión, sin derecho
a apelación. Cumpliría su sentencia en la Penitenciaria Estadal 58, mejor conocida
como “Zozobra”
Esposado de pies y manos Fabrizio aún
masticaba la ira de saberse traicionado, ni siquiera se inmutó ante la fachada
sombría de la cárcel, tampoco estaba preocupado, él ya había estado preso una
vez y sabía cómo manejarse en ese mundo. Pasó los controles sin inmutarse,
caminó junto al guardia y le escuchó decir “esta es tu celda”. Entró sin decir
nada y entonces escuchó una segunda voz: ¿este es el capo de “los pistoleros”?
no me jodas, parece un niño” Los ojos
de Fabrizio se clavaron en el recién llegado, se sorprendió por la altura y
corpulencia del hombre, pero lo disimuló con una mirada gélida.
El guardia
respondió-Pues este es, Fabrizio Casiraghi, veinticuatro años, 1.71 cm, cabello
rubio, ojos celeste, piel pálida y rostro de muñeca pero que no te engañe, a
los catorce años mató a su abuelo, padre y hermano y se hizo con el “negocio”
familiar, descuartizo a Yamato Umino, líder de la yakuza por territorio e
incendió una discoteca matando trescientas personas en venganza al dueño, eso
sólo para empezar.
El hombre silbó con
admiración—Un gatito peligroso.
Fabrizio lo miró
indiferente.
—Los dejó para que se
conozcan—comentó en burla el guardia alejándose.
El hombre lo miró de
arriba abajo—así que eres un niño malo.
Fabrizio lo ignoró y se sentó en la cama de abajo, pues era una
litera.
El hombre sonrió—Quién
te dio permiso de sentarte ahí.
—Por qué no te callas y
vas a alardear a otra parte—contestó por fin.
—¡El gatito
habla!—replicó agrandando su sonrisa—Eso es una sorpresa.
Justo cuando se le iba
a acercar el guardia volvió—Error mío, Casiraghi ven acá
—Qué pasa-preguntó este
extrañado.
—Mierda, me equivoqué
de celda, solo ven.
A Fabrizio no le dio
buena espina, pero sabía que resistirse ahora no sólo sería inútil sino que lo
mostraría débil, debía mantenerse firme, algo pasaba y estaba seguro que tenía
que ver con el bastardo que le tendió la trampa. Sin más se levantó y acompañó
al guardia, mientras el otro reo chasqueaba la lengua fastidiado. Subieron
entonces al último piso, había algunos
reos en el pasillo que se le quedaron mirando con perversión, Fabrizio ni se
inmutó, sabía que ese tipo de sujetos abundaban en las cárceles y él solo los
tomaba como insectos, aunque si se sorprendió, todos eran muy altos y
corpulentos, después de todo, estaba en Rusia. Se detuvieron frente a una celda
un tanto diferente y con ciertos lujos.
Fabrizio sonrió
burlón—“el perro faldero de algún capo”—pensó, pues así vivían los contactos de
los grandes capos en las cárceles, algo muy común también. Sabía lo que tenía
que hacer: negociar.
—Entra— le dijo el
guardia y él así lo hizo.
El guardia entró tras
él—Aquí está, Kozlov.
El susodicho y otros
tres hombres sentados alrededor de una mesa, lo miraron y abrieron sus ojos de
asombro. Como los demás, eran enormes
—No me jodas ¿es este
mocoso?—preguntó el más corpulento de todos, un hombre vestido con camisa azul
marino y pantalón negro, cabellos rojos
como la sangre cortado al estilo militar y ojos negros penetrantes.
— Petrov me salió con
lo mismo y te respondo como le dije a él, parece un mocoso y apenas tiene
veinticuatro años pero es más despiadado que muchos aquí.
—¿Ah sí?—contestó
Kozlov enarcando las cejas.
—Me voy—dijo el guardia
saliendo de allí, no tenía ánimos para aguantar a los reos hoy.
Fabrizio lo miró con
desdén y habló—Entonces dime, a quién le lames las botas.
Todos se sorprendieron
y Kozlov lanzó una carcajada— El gatito está tratando de rugir.
Y los demás lo
acompañaron con risas estridentes, pero Fabrizio no cambió su expresión
tranquila y volvió a hablar—Te lo pregunto porque no me gusta hablar con los
“payasos”, quiero hablar con el dueño del “circo”
Kozlov amplió su
sonrisa— entonces ven y siéntate.
Suspirando, más
fastidiado que preocupado Fabrizio se acercó y estaba a punto de sentarse
cuando Kozlov lo tomó del brazo y lo haló con fuerza sentándolo en su regazo,
apresándolo con un solo brazo. Fabrizio solo alcanzó a oír las risas
desvergonzadas de los otros.
—Qué mierda
haces—escupió calmado pero con rencor.
—Que qué hago, pues te voy a explicar por qué
estás aquí—contestó Kozlov apoyando su mentón en la cabeza del menor.
Fabrizio forcejeó para
soltarse, pero era inútil, así que se mantuvo quieto, se sentía ridículo aún
más porque el tipo lo sujetaba con un solo brazo y en su otra mano sostenía un
cigarro, como si no le costara nada retenerlo y de hecho así era.
—Bien, ya que te has
calmado, pequeño gatito, déjame darte la “triste” noticia, de que tus hombres
Paolo Berlucci, Marco Matano, Luigi Lombardi, Andrea Conti y Giuseppe Spano,
están muertos, el dinero de tus cuentas fue repartido entre cinco individuos que te “aprecian” mucho y tus
propiedades ya no te pertenecen.
Kozlov hizo una pausa
para disfrutar del desconcierto del italiano. Los otros decían “pobrecillo” de
manera burlona.
Fabrizio se sintió por
un momento mareado, lo habían destruido, no era un simple traspié, esta vez lo
habían aniquilado, tratando de serenarse volvió a mostrar compostura y replicó
vencido — así que vas a matarme—eso era el broche de oro cuando se extermina a
una banda, matar al líder.
—¿Matarte? ¡que
desperdicio! tu eres mi regalo, me obsequiaron un bono por mi excelente trabajo
y ese bono eres tú.
Fabrizio lo miró
extrañado.
Kozlov sonrió—en verdad
eres un mocoso ¿aún no captas?—dijo burlón moviéndose un poco para que sintiera
su erección.
Los ojos de Fabrizio se
abrieron desconcertados—No querrás decir…
—Así es, mi
muñequito—dijo besándole la cabeza—tú serás mi putito.
—¡Estás loco,
consíguete una mujer!—exclamó alterado, ahora sabía que estaba atrapado, que no
había nada que pudiera hacer. Y desesperado comenzó a forcejear, ahora sin
pensar en nada más que huir.
Kozlov llevó el
cigarrillo a su boca sonriendo, estaba disfrutando mucho su angustia—primero,
obviamente, me servirás a mí, luego a
Záitsev, después a Vólkov y por último a Lébedev—dijo señalando a cada sujeto
mientras los nombraba—todos te trataran bien, son unos caballeros, bueno, menos
Vólkov, ese es una bestia,
—Es muy lindo—comentó ansioso
Záitsev, el más viejo del grupo, un cincuentón.
—¡Basta!—gritó furioso
sin poder siquiera aflojar su agarre.
—Cierto—dijo
Kozlov—basta de charla, quiero follar.
Antes de que pudiera
reaccionar, Kozlov se levantó, sin soltarlo y lo llevó hacia la cama, una de
esas camas antiguas que tienen cortinas, mientras él solo conseguía dar patadas
al aire.
—¡No!—gritó angustiado
Fabrizio, aterrorizado.
—Tranquilo dulzura—seré
gentil.
Realidad
Los tres hombres
volvieron a sus bebidas cuando la cortina ce cerró y brindaron ansiosos a la
espera de sus turnos. Detrás de las cortinas, en la cama Fabrizio se retorcía
furioso con Kozlov sobre él, era muy frustrante no poder defenderse, parecía un
niño luchando contra un adulto
—Déjame, bastardo, consíguete
a una mujer, enfermo!—gritó furioso
—Para qué—dijo
sonriendo divertido, dándole cierta libertad para que pudiera golpearlo, ya que
sus golpes eran muy débiles y en vez de lastimarlo le excitaban—nunca me han
gustado las mujeres.
Fabrizio lo miró
desconcertado.
—No me digas que no
sabes que existe algo llamado homosexualidad—comentó divertido—es cuando un
hombre gusta de otro hombre y lo quiere besar—dijo burlón acercando su rostro
para besarlo.
Fabrizio , desesperado
movió a la cara frenéticamente de un lado a otro, divirtiendo a su agresor y
cuando este le sujeto la cara, impidiéndole el movimiento, rápidamente se tapó
la boca con la mano y cerró los ojos con fuerza.
Kozlov sonrió—“en
verdad tiene gestos de niño”—pensó, disfrutando mucho del momento y bajó sus
ojos al cuello blanquecino que lucía apetitoso, entonces se acercó y lo besó con suavidad.
Fabrizio dio un
respingo y trató de apartarlo—¡No!
Entonces Kozlov
aprovechó y rápidamente tomó sus labios sintiendo el sobresalto del menor. Su
lengua experta invadió la boca del otro y la recorrió a placer, las manos del
chico sobre su pecho intentando apartarlo lo excitaban sobremanera, después de
un prolongado tiempo dejó libre los dulces labios observando a Fabrizio tomar
desesperadamente bocanadas de aire tratando de recuperar el aliento, parecía
asfixiado con la cara toda roja.
—Mierda, eres muy
delicado—murmuró para sí mismo al tiempo que le apartaba el flequillo del
rostro en una caricia y volvió a besarlo, pero esta vez fue un suave roce con
los labios.
Fabrizio, aún sin aire
solo trató de alejarse, mientras Kozlov, restándole importancia le rasgó la
camisa y los botones salieron volando.
—¡En…enserio,
para!—exigió ya sin ningún aplomo.
Ignorándolo, Kozlov
comentó para si—Hermoso—al contemplar el torso definido, blanco como el mármol
y los dos pezones rosados como dos rosas tiernas. Su boca buscó uno de los
pequeños botones y succionó, lamió y mordisqueó a placer.
—¡No!
¡Basta!¡Basta!—gritaba Fabrizio y cuando sintió que este le sacaba los
pantalones comenzó a sacudirse frenéticamente— ¡No, soy un hombre!—gritó
haciendo sonreír a Kozlov.
—Y uno muy
bonito—comentó libidinoso y tomó el miembro dormido del chico, masajeándolo
suavemente, la mano de Fabrizio intentó detenerlo, pero él solo siguió
concentrado en las sensaciones deliciosas que le proporcionaba ese cuerpo
virgen.
—¡Ya!-gritó Fabrizio
una vez más, sin saber que sus gritos excitaban a los hombres que en la mesa
escuchaban.
—Tienes una piel muy
suave—dijo soltando el miembro que no respondía a sus atenciones, pasando a
acariciar el muslo.
—¡Maldito seas!—escupió
fúrico ante la impotencia.
Kozlov se estiró por
encima de él, al borde de la cama y tomó algo, era un tubo de pomada que iba a
utilizar como lubricante.
—Qué…vas a
hacer…—preguntó sin poder ocultar su miedo.
Kozlov lo miró seductor
mientras se untaba los dedos—te voy a cuidar para no hacerte daño—dijo e
intentó llevar su mano a la entrada de Fabrizio, pero este anticipándose cerró
las piernas con fuerza.
—¡No lo hagas!¡Para con
esta locura!—habló tratando de sonar firme como último intento de escape.
Kozlov sonrió aún más y
sin esfuerzo le separó las piernas sintiendo el temblor del menor que
palideció, se situó en medio de ellas y se inclinó sobre él—eres
hermoso—susurró besándolo al tiempo que le introducía un dedo sintiendo la
tensión del menor.
Al romper el beso
Kozlov se relamió, en verdad estaba muy excitado, su miembro ya pulsaba
dolorosamente, pero también estaba disfrutando hurgando con su dedo la suave y
caliente entrada, Fabrizio apretó las sabanas con fuerza, su cara roja de
vergüenza, mordiéndose los labios para no emitir quejido alguno, esa sería su
última muestra de resistencia. Kozlov metió otro dedo mientras mantenía sus
ojos fijos en el rostro del chico, deleitándose con sus expresiones, que se le
hacían muy sensuales. Movió los dedos pero no tuvo paciencia para insertar un
tercero y dilatarlo lo suficiente, estaba al límite, necesitaba meterla, así
que sacando sus dedos, lo sostuvo por los muslos y la punta de su miembro rozó
la entrada, al sentirlo Fabrizio cerró los ojos y apretó los dientes y entonces
Kozlov comenzó a entrar con dificultad, era muy estrecho y lo apretaba
deliciosamente, sus ojos permanecían fijos en el rostro del Fabricio quien se
cortó el labio con la fuerza en la que se lo mordía.
Kozlov se inclinó y lo
besó, apenas había metido la mitad—no hagas eso, no te lastimes—dijo lamiendole
el labio.
Fabrizio desvió la cara
y Kozlov le beso la oreja y la mordisqueó—sé que te duele, pero pronto
pasará—consoló acariciándolo con suavidad y empujó un poco más hasta que logró
meterla entera. Un quejido involuntario salió de la boca del italiano.
Kozlov le besó el
cuello y luego lo miró, Fabrizio permanecía con el rostro ladeado—Bésame con
lengua y lo sacaré—ofreció sin dejar de acariciarle el muslo.
Fabrizio no se movió
pero Kozlov notó el cambio de humor y atizó—vamos, si me besas lo sacaré.
El italiano lo miró con
sus ojos cristalizados.
—Es un
trato—apremió—quería sentir la suavidad de esos labios, sin que le ofreciera
resistencia.
Fabrizio quería que la sacara al precio que fuese así
que con un gesto le dio a entender que podía besarlo.
—“en verdad es como un
niño” —pensó Kozlov por segunda vez y ante la excitación su miembro creció aún
más. Posó sus labios sobre los otros y sintió una dulzura y sensualidad
fascinantes, profundizó el beso sintiéndose eufórico ante la correspondencia
del chico y comenzó a moverse sorprendiéndolo.
—¡mph…dijiste que lo
sacarías…!—exclamó afligido al romper el beso, apretando los dientes ante el
dolor.
—Y lo estoy sacando,
sacando y metiendo, mi pequeño—replicó Kozlov extasiado.
Adolorido y burlado,
Fabrizio dejó salir unas lágrimas.
Kozlov, que disfrutando
su vaivén lo notó se inclinó y le besó la frente—no llores, dulzura, no te haré
dañó—y limpiándole las lágrimas con la mano, sin detener sus movimientos de
mete y saca, lo besó en los labios con suavidad, escuchado sus quejidos quedos.
Fabrizio estaba vencido.
Capítulo III
Angustia
Tres veces, se lo hizo
tres veces y seguía con ganas, pero Fabrizio estaba totalmente agotado, ya ni
siquiera lloraba, así que lo dejó tranquilo, besuqueó la espalda tersa y se
levantó apartando la cortina, no alcanzó a dar un paso cuando vio a Záitsev
frente a él.
—Qué haces—preguntó
tosco por la sorpresa.
—Es que vengo yo—se
justificó ansioso.
Kozlov detuvo su avance
tomándolo del brazo—no, cambié de opinión, a él solo lo follo yo.
No solo Záitsev abrió
los ojos de asombro, también los otros dos que seguían en la mesa.
—Qué pasa, te has
enamorado—bromeó Lébedev.
Kozlov rio burlón y se
acercó a un buró sacando un fajo de dinero—ese culo está demasiado bueno y no
quiero que ustedes lo arruinen aflojándoselo, ese putito es para mi uso
exclusivo hasta que me aburra de él—dijo al tiempo que le lanzaba el fajo a
Záitsev—con esto les alcanza para unos putos de Vladimir.
—“Que mierda”—pensó
enojado Vólkov—“si no lo iba a prestar
nos lo hubiera dicho en vez de ponernos calientes escuchando como se lo
follaba”
—Lárguense ahora y
avísenle a Sergey que venga a limpiar.
De mala gana los
hombres salieron, Záitsev echó una última ojeada al cuerpo delgado que yacía
boca abajo en la cama, sintiéndose frustrado, tenía muchas ganas de follarlo y
no es que los putos de Vadlimir estuvieran mal, sino que eran chicos robustos y
algo tosco, y él quería poder sostener en sus brazos una piel suave como la que
dejaba ver aquel italiano, suspirando pensó “bueno, cuando se aburra lo tendré
yo”
Una vez sólo, Kozlov,
de muy buen humor fue hasta el baño y
preparó la tina con agua tibia y esencias relajantes, cuando estuvo listo
volvió a buscar a Fabrizio, se encontró a Sergey contemplándolo.
—Lindo, eh—alardeó.
—Eh…—Sergey dio un
respingo de sorpresa pero rápido se recompuso—mucho, señor.
Kozlov tomó despacio el
cuerpo del chico haciéndolo soltar un quejido—tranquilo—le susurró y mientras
lo alzaba en brazos le habló a Sergey—cambia las sabanas y limpia el desastre.
—Sí señor—respondió
Sergey mirándolo hasta que llegó al baño y cerró tras si—Así que juguete
nuevo—susurró para sí antes de ponerse a trabajar.
Efectivamente, Kozlov
estaba emocionado como un chiquillo con juguete nuevo, con cuidado metió a
Fabrizio en la tina, con un brazo lo sostenía
y con su mano libre tomaba un poco de agua y le lavaba la cara, los ojos
estaban rojos de tanto llanto y los labios hinchados, la mirada de Fabrizio
lucía perdida, su cuerpo blanco estaba lleno de marcas de besos y Kozlov no
podía dejar de sentirse excitado, se acercó y lo besó suavemente, tomó la
esponja, le echó el jabón líquido y empezó a frotar con extrema delicadez el
cuerpo del chico, mientras comenzó a hablar con él:
—Sabes, eres el mejor
puto que he tenido hasta ahora, eres más hermoso, más frágil y con el mejor
culito que haya probado, definitivamente ya eres mi preferido y eso significa
que tienes mucha suerte, porque yo suelo tratar a mis putos muy bien, tendrás
lo que desees y nadie te tocará, porque esa es otra cosa, eres el primer puto
que no quiero compartir, eres mi putito exclusivo, eso sí, exijo obediencia
absoluta y te puedo asegurar que no desearás hacerme enojar, aunque sé que eres
inteligente y no intentarás ninguna estupidez.
Fabrizio apenas era
consciente vagamente de lo que le decía, se sentía ajeno a su cuerpo, no podía
siquiera pensar en nada, su mente estaba en blanco.
—Verdad que no,
bonito—dijo besándole la mejilla, Kozlov se tomó su tiempo para asearlo y de
paso manosearlo un poco más, estaba verdaderamente feliz de su nueva
adquisición.
Al terminar con el baño
lo secó y lo cargó de nuevo a la cama,
Sergey ya se había marchado, buscó una
de sus camisas y se la colocó, ante la diferencia de tamaños su camisa le quedaba
más como un camisón, Kozlov lo arropó y dándole un último beso en los labios
salió de su celda encendiendo un cigarrillo y dándole una calada mientras
sonreía.
—¿Tan bien estuvo?—dijo
una voz ronca.
Kozlov se detuvo y
amplió su sonrisa.
—Ni te imaginas—
contestó saludando a su viejo amigo
Boris.
Ambos se recargaron en
la baranda observando a los otros reos jugar básquet en la planta baja. El piso
donde se encontraban era el último, la única celda ocupada era la de Kozlov que
tenía ciertos lujos, el resto estaban vacías y con una apariencia
verdaderamente desagradable.
—Es un chico dulcito
que tiene un culito apretadito— alardeó con ojos brillosos.
Boris silbó—si te tiene
así debe ser carne de primera, cuándo me lo prestas.
Kozlov frunció el
ceño—cuando me aburra, ahora no me lo pidas porque no te lo voy a dar, por
ahora es para mí uso exclusivo.
—Que mierda
eres—replicó Boris—entonces no me lo eches en cara.
Kozlov sonrió y le
palmeó la espalda—no te encabrones, hombre. Dime mejor que pasó con lo de Fyodor ¿la sacó?—preguntó refiriéndose a un
cargamento de drogas bastante grande que sería embarcado para Estados Unidos.
Boris asintió—No hubo
problemas, lo complicado fue en Manila, hubo que cambiar el punto de contacto
dos veces, pero nada grave.
Kozlov exhaló el humo
del cigarrillo—una mierda ese puerto.
—El gobierno se anda
moviendo a causa de las elecciones—comentó Boris.
—Un pendejo es lo que
ese candidato, no va a durar mucho.
Boris sonrió.
—Acompáñame a
beber—dijo Kozlov con un ademán.
Entraron a la celda y
Kozlov fue directo a la mesa donde las botellas de vino se encontraban reunidas
en orden, obra de Sergey.
—Coño, en verdad es
lindo—dijo Boris que en vez de ir hacia la mesa había ido directo a la cama,
Fabrizio ya estaba dormido profundamente—¿puedo ver?
Kozlov se sirvió un
trago y colocando los pies sobre la mesa contestó prepotente:—Adelante, pero
sin tocar.
Boris sonrió, quitó las
frazadas y observó las delgadas piernas blancas—¡Mierda, que bonito es!
Kozlov sonreia
orgulloso mientras notaba el deseo de Boris.
—¿Cuándo te vas a
aburrir?—preguntó sin ocultar su ansia.
Kozlov solto una
carcajada—ten paciencia lo obtuve hoy.
—¡Tsk, que
mierda!—murmuró malhumorado sin quitar la vista del chico, entonces lo notó
pálido y con algunas marcas y dijo—se te
pasó la mano
—Me emocioné, pero es
que es demasiado lindo, aunque debo decirte que me contuve—replicó.
Fabrizio tembló y Boris
al percatarse lo volvió a arropar—De qué país es
—Italia.
—Son una raza
bonita—comentó Boris pensando en traer algún chico de allá.
Kozlov rio—¿me vas a
acompañar o te vas a quedar allí babeando sobre él.
—Mierda, no te
burles—reprochó yendo al fin a la mesa y
sirviéndose el mismo.
—¿Por mi buena
suerte?—dijo Kozlo alzando su copa para un brindis.
Boris lo miró
enfurruñado—Por la suerte que no mereces, cabrón—contestó chocando su copa con
al de Kozlov y este se carcajeó verdaderamente alegre.
Capítulo IV
Juego Caprichoso
Fabrizio, totalmente
exhausto durmió corrido hasta el mediodía del día siguiente, cuando despertó la
furia se apoderó de su cuerpo, sentía aún su ano palpitar de dolor y los
recuerdos de como había sido sometido lo martirizaban, pero lo peor era que no
había logrado evitar llorar. Ser usado como una mujer fue
humillante, asqueroso, así pensaba.
Sintiéndose todavía
cansado se mantuvo acostado, astuto como era analizó la situación, estaba
consciente de que las tenía todas de perder, sin sus hombres y sin dinero no
había nada que pudiera hacer por el momento, debía ser cuidadoso, por lo que había entendido el sujeto a cargo no
lo iba a matar, así que debía aprovechar todo el tiempo posible para recabar
información como quiénes manejaban los contactos afuera y quiénes eran enemigos
de ese tal Kozlov suspiró preocupado,
ese sería el primer paso, pero no podría hacerlo sin dinero, la tenía difícil,
quizás podría ganar algo apostando, era bueno en el póker, sabía hacer trampas
de alto nivel, aunque no estaba seguro de cómo se manejaban en ese lugar,
primero debía estudiar la zona, por lo pronto no podía llevarle la contraria a
Kozlov, apretó los puños enfureciendo de nuevo cuando de pronto la cortina se abrió y como si lo hubiera
llamado con el pensamiento apareció frente a él Kozlov.
—Por fin despertaste
Kotik *—exclamó alegre sentándose junto a él sin ignorar su sobresalto.
El italiano suspiró
tratando de calmarse.
—No estés tenso mi
Kotik—dijo Kozlov y se echó sobre él besándole los labios—eres precioso.
Dicho esto se levantó y
alzó en brazos a Fabrizio sorprendiéndolo.
—¡¿Qué haces?!—preguntó
este alterado.
—Tienes que
comer—comentó despreocupado el mayor y lo llevó a la mesa, pero en vez de
dejarlo en una silla, se sentó y sobre
una de sus piernas sentó a Fabrizio quién por primera vez se ruborizó y esto lo
notó Kozlov—¡Diablos, no me pongas esa cara que me dan ganas de comerte aquí
mismo!
Fabrizio intentó
levantarse pero Kozlov lo retuvo—no, yo te voy a dar de comer.
Fabrizio tuvo que ser
acopio de toda su fuerza de voluntad para no darle un puñetazo, ese tipo se
estaba comportando como un niño mimado con juguete nuevo y le estaba haciendo
todo más difícil.
—Puedo comer solo
¿sabes?—dijo de mal humor.
Kozlov rio y replicó—pero
me gusta más así—y tomando la cuchara tomó un poco del estofado y lo llevó a la
boca de Fabrizio, quien dudó unos segundos, preso de la ira, pero finalmente
accedió entusiasmando a Kozlov—¡Eres tan tierno mi Kotik!
—¿Qué es eso?—preguntó
Fabrizio frunciendo la boca, le había parecido horrible.
—Es borsch, uno de los mejores estofados de
Rusia——contestó tomando otra cucharada y llevándolo a la boca de Fabrizio.
—No me gusta—replicó
este sujetándole el brazo para detener su avance.
— ¡¿Que no te gusta?!—exclamó
con verdadero asombro, si de algo estaban orgullosos en la región era de su
excelente gastronomía— ¿Por qué?
—Sabe a tierra—contestó
con su mirada asqueada puesta en la cuchara que aún no se apartaba—prefiero el
pan—dijo tratando de alcanzar la pieza de pan junto al plato.
— ¡Nada de pan!—exclamó
ofendido Kozlov sujetándole la mano que
iba en busca del pan e insistiendo con la cuchara— ¡el borsch es un plato de reyes y ningún puto lo va a despreciar!—exageró
con fastidio.
— ¡Pues méteselo en el
culo a los reyes, a mí no me gusta!—replicó Fabrizo y con su mano libre golpeó
la cuchara derramando su contenido, en verdad que su sabor era horrible.
— ¡Mocoso de
mierda!—exclamó Kozlov, soltó la cuchara y atrapó las dos manos de Fabricio con
una sola de las suyas y volvió a tomar la cuchara—esta comida hará que te
repongas rápido para poderte follar como quiero y que no te andes desmayando
como un pajaro sin nido en invierno—dijo y tomó otra cucharada de estofado—
¡Abre la boca!—exigió ante la porfía del menor.
En ese momento entró
Záitsev con un celular en la mano sorprendiéndose con la escena y ruborizando
al italiano, que avergonzado bajó la cara.
— ¿Qué pasa?—preguntó
Kozlov ante la interrupción.
— ¿Ah?...ah sí, lo de
Burkina Faso espera órdenes y en un mes llegan los de la treinta y
seis—notificó sin quitar sus ojos de las piernas del italiano.
— ¡Mierda!—exclamó
molesto levantándose, dejando a Fabrizio en la silla—Como te pares de ahí te
voy a zurrar que te acordarás toda la vida—advirtió tomando el celular y
abandonando la celda.
Záitsev se quedó de pie
mirando el mohín de disgusto del italiano, quien ante la vergüenza inicial
ahora se mostraba distraído y es que Fabrizio estaba pensando que ese
caprichoso hombre no descansaría hasta hacerle comer ese bodrio y siendo así
sería mejor engullirlo ahora que estaba solo a dejar que volviera y montara e
nuevo esa escena vergonzosa. Decidido tomó la cuchara, la llevó a su boca y
tragó rápido, sin embargo el sabor a tierra mojada impregnó sus sentidos al
punto que con la segunda cucharada estuvo a punto de vomitar necesitando beber
mucha agua para retenerlo en su estómago. La sensación de querer devolver era terrible.
“Con qué preparan esta
mierda” —pensó sudando y entonces un sándwich de jamón se posó frente a sus
ojos. Levantó la vista y notó que Záitsev era quien se lo ofrecía. Lo había
preparado sin que se diera cuenta.
—Si tanto te disgusta
en vez de nutrirte te descompondrá—dijo con amabilidad.
Fabrizio dudó unos
segundos pero pronto se decidió y lo tomó, después de todo si Kozlov se enojaba
ya no sería su culpa sino de ese viejo. Tenía tanta hambre que daba grandes
mordiscos y tragaba casi entero; mientras comía no era consciente de la mirada
lujuriosa que le lanzaba el hombre, pues él estaba sentado de piernas abiertas
y la camisa apenas cubría sus partes,
pero, heterosexual como era no entendía lo provocativo que se veía.
Le quedaba un trozo de
sándwich cuando Kozlov llegó.
—Qué mierda
haces—exclamó enojado.
Fabrizio se quedó de
piedra pero Záitsev respondió—He sido yo el que se lo ha dado.
—Y con qué
autoridad—preguntó molesto Kozlov.
—El borsch no es para
estómagos débiles, menos para un mediterráneo, estuvo a punto de vomitar y me
dio pena—contestó con un tono de disculpa.
Lo de que estuvo a
punto de vomitar lo calmó, después de todo lo de que se comiera el estofado a
fuerza era un juego para hacerlo enojar más que una necesidad real, podía comer
cualquier otra cosa—Bien, puedes irte.
Záitsev se despidió y
salió dejándolos nuevamente solos, Kozlov miró entonces a Fabrizio que aún
sostenía el trozo de sándwich—Termina—dijo serio.
Fabrizio así lo hizo.
—Levántate—ordenó.
Aunque no le gustase la
idea obedeció y Kozlov se sentó y lo atrajo sentándolo nuevamente sobre su
regazo.
—No puedo comerlo, es
verdad—dijo refiriéndose al estofado pues creía que iba insistir.
—Olvida eso—susurró
Kozlov tomándolo del mentón y besándolo profundamente.
Los ojos de Fabrizio se
abrieron como platos —“no puede ser ¿ahora?”—pensó asustado
*Kotik=Gatito en ruso ♥
Capítulo V
Solo los dos
Kozlov invadía su boca
con un beso húmedo y profundo, mientras le acariciaba el muslo y la espalda lujuriosamente,
Fabrizio nervioso solo se mantenía quieto, la boca de Kozlov buscó su cuello,
besándolo y dejándole un chupón—mierda, eres tan lindo, quiero follarte—le
susurró haciéndole sentir su cálido aliento en su cuello. Fabrizio tragó
grueso.
—Levántate—susurró
Kozlov con la voz ronca.
El italiano obedeció
tembloroso y Kozlov lo hizo inclinarse sobre la mesa, para tener libre acceso a
su trasero, le alzó la camisa para exponerlo,
tomó las nalgas y se las separó para ver la dulce entrada que se mostraba
un tanto inflamada—“maldición, todavía está lastimado, si me lo follo ahora
quizás lo desgarre” —pensó frustrado, un
desgarré anula la capacidad de contracción y le quita la gracia.
Fabrizio, con sus manos
sobre la mesa estaba totalmente enrojecido tanto de enojo como de vergüenza,
rogaba porque todo ocurriera rápido, pero para su desdicha Kozlov pensaba darse
su tiempo. Mientras pensaba en ello
sintió algo cálido en su entrada y se sobresaltó. Era la lengua de Kozlov.
Fascinado con el chico
Kozlov comenzó a lamer el ano de manera a veces circular, otras de arriba a
abajo y presionando la punta para entrar, sujetaba fuerte las nalgas de
Fabrizio porque este, aunque trataba de
obedecer no podía evitar moverse a
veces, incomodo con la situación. El ruso le mordisqueó una nalga resoplando
deseoso, se incorporó abrazando por detrás el cuerpo del italiano que seguía
inclinado sobre la mesa y al oído le susurró—Quiero follarte.
El italiano no contestó
ni se movió, al fin y al cabo él no tenía decisión en eso, así que se limitó a fruncir el ceño.
—Junta las piernas—le
ordenó el mayor con voz ronca de deseo.
Sin entender para qué
Fabrizio así lo hizo.
Kozlov sacó su miembro erguido, se aferró a la
cintura del menor y le metió el pene en medio de los muslos—aprieta más—ordenó
entre jadeos.
Sorprendido y asqueado
al italiano no le quedó otra más que obedecer y Kozlov comenzó a moverse como
si lo estuviera penetrando, se estaba masturbando entre los muslos del italiano
y mientras lo hacía sus manos buscaron los rosados pezones, pellizcándolos y
manoseándolos impúdicamente, ignorando la pequeña resistencia que a veces
ofrecía el menor. Su miembro aprisionado por los suaves muslos y el olor dulce
del italiano lo estaban llevando a un placer inconmensurable, se movía
rítmicamente apretujando al italiano contra si para sentir más su calor, dio
varias estocadas fuertes mientras succionaba el cuello del chico hasta que su
esperma salió ensuciando las piernas del italiano. Aún duró un minuto sobre
Fabrizio, besuqueándole el cuello queriendo más. Este por su parte estaba
temblando de ira, sentir el semen del otro escurriéndose en sus muslos era
desagradable.
Kozlov se levantó y
tomándolo del brazo lo giró para estar frente a frente, luego lo tomó de la
cintura y lo sentó sobre la mesa, Fabrizio dio un respingo mas no dijo nada. El
ruso envolvió con sus brazos el pequeño cuerpo y empezó a besarlo
profundamente, se deleitaba con esos
labios suaves y boca caliente, sentía que quería devorarlo de los pies a la
cabeza, lo apretujaba contra si casi con desesperación al punto de hacerlo
soltar un quejido por lo fuerte de su abrazo.
—Lo siento—se disculpó
rompiendo el beso y aflojando su agarre—es que eres tan dulce, tan hermoso.
Fabrizio mantenía la
mirada desviada.
—En verdad quiero
follarte ahora, coño—se lamentó lujurioso.
Entonces lo bajó de la
mesa, se sentó en la silla y le dijo al rubio en tono apremiante—chúpamela.
Los ojos del italiano
se abrieron como platos—…qué…
—Chúpamela—increpó
halándolo del brazo para que se hincara entre sus piernas.
—…no, yo no…—solo
escucharlo le daba arcadas.
Kozlov apretó su agarre
hasta hacerle daño, estaba muy caliente y no tenía paciencia—Chúpamela o te la
meto por el culo hasta que ya no puedas caminar.
Fabrizio palideció,
después de todo sabía que si se negaba le obligaría, terriblemente asustado se
hincó despacio sacándole una sonrisa de
satisfacción al mayor que le soltó.
—Buen chico—dijo Kozlov
acariciándole la mejilla.
Tragando grueso y
sintiendo que el corazón le estallaría, Fabrizio llevó sus manos trémulas al
entrepierna del mayor donde su miembro erecto se asomaba.
—“pero acaba de
eyacular, cómo coño…”—pensaba Fabrizio pasmado.
—Apúrate—exclamó
ansioso Kozlov.
Cuando tomó el pene lo
sintió palpitar en su mano, eso le asqueó pero trató de ignorar la sensación,
sacó la lengua tímidamente y dio los primeros lengüetazos saboreando sin querer
el presemen . Sintió la mano del otro sobre su cabeza, apremiándolo, lo miró y
notó sus ojos brillosos de deseo.
—Quieres enloquecerme,
hazlo ya—atizó con voz ronca.
Exhalando un hondo
suspiro, llevó a su boca el miembro caliente comenzando la labor de chupar y
lamer mientras escuchaba los jadeos placenteros del mayor , el pene era muy
grande y tenía que abrir la boca de manera exagerada así que al poco tiempo ya
le dolía la mandíbula y entonces se ayudaba con la mano. “hermoso” “lindo”
“dale bebé” eran las palabras que escuchaba del otro y ya se estaba mosqueando
¡Qué acaso no podía disfrutar en silencio! Pensaba enojado. Volvió a meter en
su boca el pene caliente pero esta vez no pudo sacarlo, porque eufórico Kozlov
le había sujetado la cabeza y le obligaba a chupar con violencia, Fabrizio
intentó apartarse pero no pudo, sentía que se ahogaba, el otro se movía como un
poseso y en cuestión de segundos le llenó de semen la boca, soltándolo por fin.
Fabrizio tragó
involuntariamente una parte, la otra la escupió mientras tosía incesantemente,
no lograba recuperarse aun cuando fue cargado por Kozlov quien lo sentó de
nuevo en su regazo y le besó.
—Eres lo más lindo que
hay en este mundo—le dijo limpiándole los labios en una caricia.
Fabrizio no contestó,
seguía jadeando para recuperar el aliento.
—Lindo—volvió a decir
embelesado con él. Se levantó llevándolo en brazos, hasta el buró y lo colocó
con suavidad en el suelo. Abrió la gaveta,
sacó algo, era un brazalete de oro con incrustaciones de diamantes y se lo
colocó en la muñeca derecha—Eres especial, si te sigues portando bien tendrás
todo lo que quieras.
El italiano miró con
asombro la joya, sintió como el otro le
tomaba el mentón y le alzaba el rostro, sus ojos se encontraron e
involuntariamente tembló. El mayor se inclinó y le besó con suavidad los
labios.
—Por ahora descansa,
tengo cosas que hacer—dijo y se marchó.
—Maldito—murmuró
Fabrizio al quedarse solo limpiándose
con furia la boca pero enseguida sonrió mirando la joya, el problema de dinero
ya estaba resuelto.
Yo sabía que no debía leer algo que aún no está acabado ¡Ahora que hago yo con esta bendita ansia! TTuTT sube lo que sigue prontito please
ResponderEliminarLo que sigue porfisss!!!! PD: lo adoré ese Kozlo es asjhasjaksja me encanta xD
ResponderEliminarMe lo advirtieron, ¡ME LO ADVIRTIERON! Pero no hize caso, y ahora que hago ¡¿QUE?! *Llora dramaticamente sobre la mesa*
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