martes, 31 de marzo de 2015

Zozobra

Capítulo I
El Inicio


        Altanero, pedante y mujeriego, así  es Fabrizio, líder de la banda narcotraficantes “los pistoleros”. Nacido en Umbria, Italia. Él y sus hombres se movían constantemente de país, era una forma de eludir a las autoridades, de hecho siempre lograban pasar inadvertidos. Esta vez estaban en Moscú realizando una transacción, como siempre todo bajo un estricto cuidado pero inesperadamente fueron sorprendidos por la policía. Fabrizio tenía los ojos desorbitados ¡Cómo era posible si se manejaban en el más estricto secreto! y entonces lo comprendió,  apretó los dientes conteniendo la ira porque eso significaba que en su banda, había un sapo.

        A pesar de sus contactos todo falló, alguien lo quería hundido, así que sin más, Fabrizio Casiraghi fue condenado a trescientos veinticinco años de prisión, sin derecho a apelación. Cumpliría su sentencia en la Penitenciaria Estadal 58, mejor conocida como “Zozobra”

         Esposado de pies y manos Fabrizio aún masticaba la ira de saberse traicionado, ni siquiera se inmutó ante la fachada sombría de la cárcel, tampoco estaba preocupado, él ya había estado preso una vez y sabía cómo manejarse en ese mundo. Pasó los controles sin inmutarse, caminó junto al guardia y le escuchó decir “esta es tu celda”. Entró sin decir nada y entonces escuchó una segunda voz: ¿este es el capo de “los pistoleros”? no me jodas, parece un niño”   Los ojos de Fabrizio se clavaron en el recién llegado, se sorprendió por la altura y corpulencia del hombre, pero lo disimuló con una mirada gélida.

        El guardia respondió-Pues este es, Fabrizio Casiraghi, veinticuatro años, 1.71 cm, cabello rubio, ojos celeste, piel pálida y rostro de muñeca pero que no te engañe, a los catorce años mató a su abuelo, padre y hermano y se hizo con el “negocio” familiar, descuartizo a Yamato Umino, líder de la yakuza por territorio e incendió una discoteca matando trescientas personas en venganza al dueño, eso sólo para empezar.

El hombre silbó con admiración—Un gatito peligroso.

Fabrizio lo miró indiferente.

—Los dejó para que se conozcan—comentó en burla el guardia alejándose.

El hombre lo miró de arriba abajo—así que eres un niño malo.

Fabrizio lo ignoró  y se sentó en la cama de abajo, pues era una litera.

El hombre sonrió—Quién te dio permiso de sentarte ahí.

—Por qué no te callas y vas a alardear a otra parte—contestó por fin.

—¡El gatito habla!—replicó agrandando su sonrisa—Eso es una sorpresa.

Justo cuando se le iba a acercar el guardia volvió—Error mío, Casiraghi ven acá

—Qué pasa-preguntó este extrañado.

—Mierda, me equivoqué de celda, solo ven.

      A Fabrizio no le dio buena espina, pero sabía que resistirse ahora no sólo sería inútil sino que lo mostraría débil, debía mantenerse firme, algo pasaba y estaba seguro que tenía que ver con el bastardo que le tendió la trampa. Sin más se levantó y acompañó al guardia, mientras el otro reo chasqueaba la lengua fastidiado. Subieron entonces al último piso,  había algunos reos en el pasillo que se le quedaron mirando con perversión, Fabrizio ni se inmutó, sabía que ese tipo de sujetos abundaban en las cárceles y él solo los tomaba como insectos, aunque si se sorprendió, todos eran muy altos y corpulentos, después de todo, estaba en Rusia. Se detuvieron frente a una celda un tanto diferente y con ciertos lujos.

Fabrizio sonrió burlón—“el perro faldero de algún capo”—pensó, pues así vivían los contactos de los grandes capos en las cárceles, algo muy común también. Sabía lo que tenía que hacer: negociar.

—Entra— le dijo el guardia y él así lo hizo.

El guardia entró tras él—Aquí está, Kozlov.

El susodicho y otros tres hombres sentados alrededor de una mesa, lo miraron y abrieron sus ojos de asombro. Como los demás, eran enormes

—No me jodas ¿es este mocoso?—preguntó el más corpulento de todos, un hombre vestido con camisa azul marino  y pantalón negro, cabellos rojos como la sangre cortado al estilo militar y ojos negros penetrantes.

— Petrov me salió con lo mismo y te respondo como le dije a él, parece un mocoso y apenas tiene veinticuatro años pero es más despiadado que muchos aquí.

—¿Ah sí?—contestó Kozlov enarcando las cejas.

—Me voy—dijo el guardia saliendo de allí, no tenía ánimos para aguantar a los reos hoy.

Fabrizio lo miró con desdén y habló—Entonces dime, a quién le lames las botas.

Todos se sorprendieron y Kozlov lanzó una carcajada— El gatito está tratando de rugir.

Y los demás lo acompañaron con risas estridentes, pero Fabrizio no cambió su expresión tranquila y volvió a hablar—Te lo pregunto porque no me gusta hablar con los “payasos”, quiero hablar con el dueño del “circo”

Kozlov amplió su sonrisa— entonces ven y siéntate.

        Suspirando, más fastidiado que preocupado Fabrizio se acercó y estaba a punto de sentarse cuando Kozlov lo tomó del brazo y lo haló con fuerza sentándolo en su regazo, apresándolo con un solo brazo. Fabrizio solo alcanzó a oír las risas desvergonzadas de los otros.

—Qué mierda haces—escupió calmado pero con rencor.

 —Que qué hago, pues te voy a explicar por qué estás aquí—contestó Kozlov apoyando su mentón en la cabeza del menor.

        Fabrizio forcejeó para soltarse, pero era inútil, así que se mantuvo quieto, se sentía ridículo aún más porque el tipo lo sujetaba con un solo brazo y en su otra mano sostenía un cigarro, como si no le costara nada retenerlo y de hecho así era.

—Bien, ya que te has calmado, pequeño gatito, déjame darte la “triste” noticia, de que tus hombres Paolo Berlucci, Marco Matano, Luigi Lombardi, Andrea Conti y Giuseppe Spano, están muertos, el dinero de tus cuentas fue repartido entre cinco  individuos que te “aprecian” mucho y tus propiedades ya no te pertenecen.

Kozlov hizo una pausa para disfrutar del desconcierto del italiano. Los otros decían “pobrecillo” de manera burlona.

Fabrizio se sintió por un momento mareado, lo habían destruido, no era un simple traspié, esta vez lo habían aniquilado, tratando de serenarse volvió a mostrar compostura y replicó vencido — así que vas a matarme—eso era el broche de oro cuando se extermina a una banda, matar al líder.

—¿Matarte? ¡que desperdicio! tu eres mi regalo, me obsequiaron un bono por mi excelente trabajo y ese bono eres tú.

Fabrizio lo miró extrañado.

Kozlov sonrió—en verdad eres un mocoso ¿aún no captas?—dijo burlón moviéndose un poco para que sintiera su erección.

Los ojos de Fabrizio se abrieron desconcertados—No querrás decir…

—Así es, mi muñequito—dijo besándole la cabeza—tú serás mi putito.

—¡Estás loco, consíguete una mujer!—exclamó alterado, ahora sabía que estaba atrapado, que no había nada que pudiera hacer. Y desesperado comenzó a forcejear, ahora sin pensar en nada más que huir.

Kozlov llevó el cigarrillo a su boca sonriendo, estaba disfrutando mucho su angustia—primero, obviamente, me servirás a mí, luego  a Záitsev, después a Vólkov y por último a Lébedev—dijo señalando a cada sujeto mientras los nombraba—todos te trataran bien, son unos caballeros, bueno, menos Vólkov, ese es una bestia,

—Es muy lindo—comentó ansioso Záitsev, el más viejo del grupo, un cincuentón.

—¡Basta!—gritó furioso sin poder siquiera aflojar su agarre.

—Cierto—dijo Kozlov—basta de charla, quiero follar.

Antes de que pudiera reaccionar, Kozlov se levantó, sin soltarlo y lo llevó hacia la cama, una de esas camas antiguas que tienen cortinas, mientras él solo conseguía dar patadas al aire.

—¡No!—gritó angustiado Fabrizio, aterrorizado.

—Tranquilo dulzura—seré gentil.



Capítulo II
Realidad


        Los tres hombres volvieron a sus bebidas cuando la cortina ce cerró y brindaron ansiosos a la espera de sus turnos. Detrás de las cortinas, en la cama Fabrizio se retorcía furioso con Kozlov sobre él, era muy frustrante no poder defenderse, parecía un niño luchando contra un adulto

—Déjame, bastardo, consíguete a una mujer, enfermo!—gritó furioso

—Para qué—dijo sonriendo divertido, dándole cierta libertad para que pudiera golpearlo, ya que sus golpes eran muy débiles y en vez de lastimarlo le excitaban—nunca me han gustado las mujeres.

Fabrizio lo miró desconcertado.

—No me digas que no sabes que existe algo llamado homosexualidad—comentó divertido—es cuando un hombre gusta de otro hombre y lo quiere besar—dijo burlón acercando su rostro para besarlo.

        Fabrizio , desesperado movió a la cara frenéticamente de un lado a otro, divirtiendo a su agresor y cuando este le sujeto la cara, impidiéndole el movimiento, rápidamente se tapó la boca con la mano y cerró los ojos con fuerza.

Kozlov sonrió—“en verdad tiene gestos de niño”—pensó, disfrutando mucho del momento y bajó sus ojos al cuello blanquecino que lucía apetitoso, entonces  se acercó y lo besó con suavidad.

Fabrizio dio un respingo y trató de apartarlo—¡No!

        Entonces Kozlov aprovechó y rápidamente tomó sus labios sintiendo el sobresalto del menor. Su lengua experta invadió la boca del otro y la recorrió a placer, las manos del chico sobre su pecho intentando apartarlo lo excitaban sobremanera, después de un prolongado tiempo dejó libre los dulces labios observando a Fabrizio tomar desesperadamente bocanadas de aire tratando de recuperar el aliento, parecía asfixiado con la cara toda roja.

—Mierda, eres muy delicado—murmuró para sí mismo al tiempo que le apartaba el flequillo del rostro en una caricia y volvió a besarlo, pero esta vez fue un suave roce con los labios.

Fabrizio, aún sin aire solo trató de alejarse, mientras Kozlov, restándole importancia le rasgó la camisa y los botones salieron volando.

—¡En…enserio, para!—exigió ya sin ningún aplomo.

Ignorándolo, Kozlov comentó para si—Hermoso—al contemplar el torso definido, blanco como el mármol y los dos pezones rosados como dos rosas tiernas. Su boca buscó uno de los pequeños botones y succionó, lamió y mordisqueó a placer.

—¡No! ¡Basta!¡Basta!—gritaba Fabrizio y cuando sintió que este le sacaba los pantalones comenzó a sacudirse frenéticamente— ¡No, soy un hombre!—gritó haciendo sonreír a Kozlov.

—Y uno muy bonito—comentó libidinoso y tomó el miembro dormido del chico, masajeándolo suavemente, la mano de Fabrizio intentó detenerlo, pero él solo siguió concentrado en las sensaciones deliciosas que le proporcionaba ese cuerpo virgen.

—¡Ya!-gritó Fabrizio una vez más, sin saber que sus gritos excitaban a los hombres que en la mesa escuchaban.

—Tienes una piel muy suave—dijo soltando el miembro que no respondía a sus atenciones, pasando a acariciar el muslo.

—¡Maldito seas!—escupió fúrico ante la impotencia.

Kozlov se estiró por encima de él, al borde de la cama y tomó algo, era un tubo de pomada que iba a utilizar como lubricante.

—Qué…vas a hacer…—preguntó sin poder ocultar su miedo.

Kozlov lo miró seductor mientras se untaba los dedos—te voy a cuidar para no hacerte daño—dijo e intentó llevar su mano a la entrada de Fabrizio, pero este anticipándose cerró las piernas con fuerza.

—¡No lo hagas!¡Para con esta locura!—habló tratando de sonar firme como último intento de escape.

       Kozlov sonrió aún más y sin esfuerzo le separó las piernas sintiendo el temblor del menor que palideció, se situó en medio de ellas y se inclinó sobre él—eres hermoso—susurró besándolo al tiempo que le introducía un dedo sintiendo la tensión del menor.

      Al romper el beso Kozlov se relamió, en verdad estaba muy excitado, su miembro ya pulsaba dolorosamente, pero también estaba disfrutando hurgando con su dedo la suave y caliente entrada, Fabrizio apretó las sabanas con fuerza, su cara roja de vergüenza, mordiéndose los labios para no emitir quejido alguno, esa sería su última muestra de resistencia. Kozlov metió otro dedo mientras mantenía sus ojos fijos en el rostro del chico, deleitándose con sus expresiones, que se le hacían muy sensuales. Movió los dedos pero no tuvo paciencia para insertar un tercero y dilatarlo lo suficiente, estaba al límite, necesitaba meterla, así que sacando sus dedos, lo sostuvo por los muslos y la punta de su miembro rozó la entrada, al sentirlo Fabrizio cerró los ojos y apretó los dientes y entonces Kozlov comenzó a entrar con dificultad, era muy estrecho y lo apretaba deliciosamente, sus ojos permanecían fijos en el rostro del Fabricio quien se cortó el labio con la fuerza en la que se lo mordía.

Kozlov se inclinó y lo besó, apenas había metido la mitad—no hagas eso, no te lastimes—dijo lamiendole el labio.

Fabrizio desvió la cara y Kozlov le beso la oreja y la mordisqueó—sé que te duele, pero pronto pasará—consoló acariciándolo con suavidad y empujó un poco más hasta que logró meterla entera. Un quejido involuntario salió de la boca del italiano.

Kozlov le besó el cuello y luego lo miró, Fabrizio permanecía con el rostro ladeado—Bésame con lengua y lo sacaré—ofreció sin dejar de acariciarle el muslo.

Fabrizio no se movió pero Kozlov notó el cambio de humor y atizó—vamos, si me besas lo sacaré.

El italiano lo miró con sus ojos cristalizados.

—Es un trato—apremió—quería sentir la suavidad de esos labios, sin que le ofreciera resistencia.

Fabrizio  quería que la sacara al precio que fuese así que con un gesto le dio a entender que podía besarlo.

—“en verdad es como un niño” —pensó Kozlov por segunda vez y ante la excitación su miembro creció aún más. Posó sus labios sobre los otros y sintió una dulzura y sensualidad fascinantes, profundizó el beso sintiéndose eufórico ante la correspondencia del chico y comenzó a moverse sorprendiéndolo.

—¡mph…dijiste que lo sacarías…!—exclamó afligido al romper el beso, apretando los dientes ante el dolor.

—Y lo estoy sacando, sacando y metiendo, mi pequeño—replicó Kozlov extasiado.

Adolorido y burlado, Fabrizio dejó salir unas lágrimas.

Kozlov, que disfrutando su vaivén lo notó se inclinó y le besó la frente—no llores, dulzura, no te haré dañó—y limpiándole las lágrimas con la mano, sin detener sus movimientos de mete y saca, lo besó en los labios con suavidad, escuchado sus quejidos quedos. Fabrizio estaba vencido.


Capítulo III
Angustia


        Tres veces, se lo hizo tres veces y seguía con ganas, pero Fabrizio estaba totalmente agotado, ya ni siquiera lloraba, así que lo dejó tranquilo, besuqueó la espalda tersa y se levantó apartando la cortina, no alcanzó a dar un paso cuando vio a Záitsev frente a él.

—Qué haces—preguntó tosco por la sorpresa.

—Es que vengo yo—se justificó ansioso.

Kozlov detuvo su avance tomándolo del brazo—no, cambié de opinión, a él solo lo follo yo.

No solo Záitsev abrió los ojos de asombro, también los otros dos que seguían en la mesa.

—Qué pasa, te has enamorado—bromeó Lébedev.

Kozlov rio burlón y se acercó a un buró sacando un fajo de dinero—ese culo está demasiado bueno y no quiero que ustedes lo arruinen aflojándoselo, ese putito es para mi uso exclusivo hasta que me aburra de él—dijo al tiempo que le lanzaba el fajo a Záitsev—con esto les alcanza para unos putos de Vladimir.

—“Que mierda”—pensó enojado  Vólkov—“si no lo iba a prestar nos lo hubiera dicho en vez de ponernos calientes escuchando como se lo follaba”

—Lárguense ahora y avísenle a Sergey que venga a limpiar.

      De mala gana los hombres salieron, Záitsev echó una última ojeada al cuerpo delgado que yacía boca abajo en la cama, sintiéndose frustrado, tenía muchas ganas de follarlo y no es que los putos de Vadlimir estuvieran mal, sino que eran chicos robustos y algo tosco, y él quería poder sostener en sus brazos una piel suave como la que dejaba ver aquel italiano, suspirando pensó “bueno, cuando se aburra lo tendré yo”


       Una vez sólo, Kozlov, de muy  buen humor fue hasta el baño y preparó la tina con agua tibia y esencias relajantes, cuando estuvo listo volvió a buscar a Fabrizio, se encontró a Sergey contemplándolo.

—Lindo, eh—alardeó.

—Eh…—Sergey dio un respingo de sorpresa pero rápido se recompuso—mucho, señor.

Kozlov tomó despacio el cuerpo del chico haciéndolo soltar un quejido—tranquilo—le susurró y mientras lo alzaba en brazos le habló a Sergey—cambia las sabanas y limpia el desastre.

—Sí señor—respondió Sergey mirándolo hasta que llegó al baño y cerró tras si—Así que juguete nuevo—susurró para sí antes de ponerse a trabajar.

        Efectivamente, Kozlov estaba emocionado como un chiquillo con juguete nuevo, con cuidado metió a Fabrizio en la tina, con un brazo lo sostenía  y con su mano libre tomaba un poco de agua y le lavaba la cara, los ojos estaban rojos de tanto llanto y los labios hinchados, la mirada de Fabrizio lucía perdida, su cuerpo blanco estaba lleno de marcas de besos y Kozlov no podía dejar de sentirse excitado, se acercó y lo besó suavemente, tomó la esponja, le echó el jabón líquido y empezó a frotar con extrema delicadez el cuerpo del chico, mientras comenzó a hablar con él:

—Sabes, eres el mejor puto que he tenido hasta ahora, eres más hermoso, más frágil y con el mejor culito que haya probado, definitivamente ya eres mi preferido y eso significa que tienes mucha suerte, porque yo suelo tratar a mis putos muy bien, tendrás lo que desees y nadie te tocará, porque esa es otra cosa, eres el primer puto que no quiero compartir, eres mi putito exclusivo, eso sí, exijo obediencia absoluta y te puedo asegurar que no desearás hacerme enojar, aunque sé que eres inteligente y no intentarás ninguna estupidez.


Fabrizio apenas era consciente vagamente de lo que le decía, se sentía ajeno a su cuerpo, no podía siquiera pensar en nada, su mente estaba en blanco.

—Verdad que no, bonito—dijo besándole la mejilla, Kozlov se tomó su tiempo para asearlo y de paso manosearlo un poco más, estaba verdaderamente feliz de su nueva adquisición.

        Al terminar con el baño lo  secó y lo cargó de nuevo a la cama, Sergey ya se había marchado,  buscó una de sus camisas y se la colocó, ante la diferencia de tamaños su camisa le quedaba más como un camisón, Kozlov lo arropó y dándole un último beso en los labios salió de su celda encendiendo un cigarrillo y dándole una calada mientras sonreía.

—¿Tan bien estuvo?—dijo una voz ronca.

Kozlov se detuvo y amplió su sonrisa.

—Ni te imaginas— contestó saludando a su viejo amigo  Boris.

       Ambos se recargaron en la baranda observando a los otros reos jugar básquet en la planta baja. El piso donde se encontraban era el último, la única celda ocupada era la de Kozlov que tenía ciertos lujos, el resto estaban vacías y con una apariencia verdaderamente desagradable.

—Es un chico dulcito que tiene un culito apretadito— alardeó con ojos brillosos.

Boris silbó—si te tiene así debe ser carne de primera, cuándo me lo prestas.

Kozlov frunció el ceño—cuando me aburra, ahora no me lo pidas porque no te lo voy a dar, por ahora  es para mí uso exclusivo.

—Que mierda eres—replicó Boris—entonces no me lo eches en cara.

Kozlov sonrió y le palmeó la espalda—no te encabrones, hombre. Dime mejor que pasó con lo de  Fyodor ¿la sacó?—preguntó refiriéndose a un cargamento de drogas bastante grande que sería embarcado para Estados Unidos.

Boris asintió—No hubo problemas, lo complicado fue en Manila, hubo que cambiar el punto de contacto dos veces, pero nada grave.

Kozlov exhaló el humo del cigarrillo—una mierda ese puerto.

—El gobierno se anda moviendo a causa de las elecciones—comentó Boris.

—Un pendejo es lo que ese candidato, no va a durar mucho.

Boris sonrió.

—Acompáñame a beber—dijo Kozlov con  un ademán.

Entraron a la celda y Kozlov fue directo a la mesa donde las botellas de vino se encontraban reunidas en orden, obra de Sergey.

—Coño, en verdad es lindo—dijo Boris que en vez de ir hacia la mesa había ido directo a la cama, Fabrizio ya estaba dormido profundamente—¿puedo ver?

Kozlov se sirvió un trago y colocando los pies sobre la mesa contestó prepotente:—Adelante, pero sin tocar.

Boris sonrió, quitó las frazadas y observó las delgadas piernas blancas—¡Mierda, que bonito es!

Kozlov sonreia orgulloso mientras notaba el deseo de Boris.

—¿Cuándo te vas a aburrir?—preguntó sin ocultar su ansia.

Kozlov solto una carcajada—ten paciencia lo obtuve hoy.

—¡Tsk, que mierda!—murmuró malhumorado sin quitar la vista del chico, entonces lo notó pálido  y con algunas marcas y dijo—se te pasó la mano

—Me emocioné, pero es que es demasiado lindo, aunque debo decirte que me contuve—replicó.

Fabrizio tembló y Boris al percatarse lo volvió a arropar—De qué país es

—Italia.

—Son una raza bonita—comentó Boris pensando en traer algún chico de allá.

Kozlov rio—¿me vas a acompañar o te vas a quedar allí babeando sobre él.

—Mierda, no te burles—reprochó  yendo al fin a la mesa y sirviéndose el mismo.

—¿Por mi buena suerte?—dijo Kozlo alzando su copa para un brindis.

Boris lo miró enfurruñado—Por la suerte que no mereces, cabrón—contestó chocando su copa con al de  Kozlov y este  se carcajeó verdaderamente alegre.


Capítulo IV
Juego Caprichoso


        Fabrizio, totalmente exhausto durmió corrido hasta el mediodía del día siguiente, cuando despertó la furia se apoderó de su cuerpo, sentía aún su ano palpitar de dolor y los recuerdos de como había sido sometido lo martirizaban, pero lo peor era que no había  logrado  evitar llorar. Ser usado como una mujer fue humillante, asqueroso, así pensaba.

        Sintiéndose todavía cansado se mantuvo acostado, astuto como era analizó la situación, estaba consciente de que las tenía todas de perder, sin sus hombres y sin dinero no había nada que pudiera hacer por el momento, debía ser cuidadoso, por  lo que había entendido el sujeto a cargo no lo iba a matar, así que debía aprovechar todo el tiempo posible para recabar información como quiénes manejaban los contactos afuera y quiénes eran enemigos de ese tal Kozlov  suspiró preocupado, ese sería el primer paso, pero no podría hacerlo sin dinero, la tenía difícil, quizás podría ganar algo apostando, era bueno en el póker, sabía hacer trampas de alto nivel, aunque no estaba seguro de cómo se manejaban en ese lugar, primero debía estudiar la zona, por lo pronto no podía llevarle la contraria a Kozlov, apretó los puños enfureciendo de nuevo cuando de pronto  la cortina se abrió y como si lo hubiera llamado con el pensamiento apareció frente a él Kozlov.

—Por fin despertaste Kotik *—exclamó alegre sentándose junto a él sin ignorar su sobresalto.

El italiano suspiró tratando de calmarse.

—No estés tenso mi Kotik—dijo Kozlov y se echó sobre él besándole los labios—eres precioso.

Dicho esto se levantó y alzó en brazos a Fabrizio sorprendiéndolo.

—¡¿Qué haces?!—preguntó este alterado.

—Tienes que comer—comentó despreocupado el mayor y lo llevó a la mesa, pero en vez de dejarlo en una silla, se sentó  y sobre una de sus piernas sentó a Fabrizio quién por primera vez se ruborizó y esto lo notó Kozlov—¡Diablos, no me pongas esa cara que me dan ganas de comerte aquí mismo!

Fabrizio intentó levantarse pero Kozlov lo retuvo—no, yo te voy a dar de comer.

Fabrizio tuvo que ser acopio de toda su fuerza de voluntad para no darle un puñetazo, ese tipo se estaba comportando como un niño mimado con juguete nuevo y le estaba haciendo todo más difícil.

—Puedo comer solo ¿sabes?—dijo de mal humor.

Kozlov rio y replicó—pero me gusta más así—y tomando la cuchara tomó un poco del estofado y lo llevó a la boca de Fabrizio, quien dudó unos segundos, preso de la ira, pero finalmente accedió entusiasmando a Kozlov—¡Eres tan tierno mi Kotik!

—¿Qué es eso?—preguntó Fabrizio frunciendo la boca, le había parecido horrible.

—Es  borsch, uno de los mejores estofados de Rusia——contestó tomando otra cucharada y llevándolo a la boca de Fabrizio.

—No me gusta—replicó este sujetándole el brazo para detener su avance.

— ¡¿Que no te gusta?!—exclamó con verdadero asombro, si de algo estaban orgullosos en la región era de su excelente gastronomía— ¿Por qué?

—Sabe a tierra—contestó con su mirada asqueada puesta en la cuchara que aún no se apartaba—prefiero el pan—dijo tratando de alcanzar la pieza de pan junto al plato.

— ¡Nada de pan!—exclamó ofendido Kozlov sujetándole la mano  que iba en busca del pan e insistiendo con la cuchara— ¡el borsch es un  plato de reyes y ningún puto lo va a despreciar!—exageró con fastidio.

— ¡Pues méteselo en el culo a los reyes, a mí no me gusta!—replicó Fabrizo y con su mano libre golpeó la cuchara derramando su contenido, en verdad que su sabor era horrible.

— ¡Mocoso de mierda!—exclamó Kozlov, soltó la cuchara y atrapó las dos manos de Fabricio con una sola de las suyas y volvió a tomar la cuchara—esta comida hará que te repongas rápido para poderte follar como quiero y que no te andes desmayando como un pajaro sin nido en invierno—dijo y tomó otra cucharada de estofado— ¡Abre la boca!—exigió ante la porfía del menor.

En ese momento entró Záitsev con un celular en la mano sorprendiéndose con la escena y ruborizando al italiano, que avergonzado bajó la cara.

— ¿Qué pasa?—preguntó Kozlov ante la interrupción.

— ¿Ah?...ah sí, lo de Burkina Faso espera órdenes y en un mes llegan los de la treinta y seis—notificó sin quitar sus ojos de las piernas del italiano.

— ¡Mierda!—exclamó molesto levantándose, dejando a Fabrizio en la silla—Como te pares de ahí te voy a zurrar que te acordarás toda la vida—advirtió tomando el celular y abandonando la celda.

        Záitsev se quedó de pie mirando el mohín de disgusto del italiano, quien ante la vergüenza inicial ahora se mostraba distraído y es que Fabrizio estaba pensando que ese caprichoso hombre no descansaría hasta hacerle comer ese bodrio y siendo así sería mejor engullirlo ahora que estaba solo a dejar que volviera y montara e nuevo esa escena vergonzosa. Decidido tomó la cuchara, la llevó a su boca y tragó rápido, sin embargo el sabor a tierra mojada impregnó sus sentidos al punto que con la segunda cucharada estuvo a punto de vomitar necesitando beber mucha agua para retenerlo en su estómago. La sensación de querer devolver era terrible.

“Con qué preparan esta mierda” —pensó sudando y entonces un sándwich de jamón se posó frente a sus ojos. Levantó la vista y notó que Záitsev era quien se lo ofrecía. Lo había preparado sin que se diera cuenta.

—Si tanto te disgusta en vez de nutrirte te descompondrá—dijo con amabilidad.

        Fabrizio dudó unos segundos pero pronto se decidió y lo tomó, después de todo si Kozlov se enojaba ya no sería su culpa sino de ese viejo. Tenía tanta hambre que daba grandes mordiscos y tragaba casi entero; mientras comía no era consciente de la mirada lujuriosa que le lanzaba el hombre, pues él estaba sentado de piernas abiertas y  la camisa apenas cubría sus partes, pero, heterosexual como era no entendía lo provocativo que se veía.

Le quedaba un trozo de sándwich cuando Kozlov llegó.

—Qué mierda haces—exclamó enojado.

Fabrizio se quedó de piedra pero Záitsev respondió—He sido yo el que se lo ha dado.

—Y con qué autoridad—preguntó molesto Kozlov.

—El borsch no es para estómagos débiles, menos para un mediterráneo, estuvo a punto de vomitar y me dio pena—contestó con un tono de disculpa.

Lo de que estuvo a punto de vomitar lo calmó, después de todo lo de que se comiera el estofado a fuerza era un juego para hacerlo enojar más que una necesidad real, podía comer cualquier otra cosa—Bien, puedes irte.

Záitsev se despidió y salió dejándolos nuevamente solos, Kozlov miró entonces a Fabrizio que aún sostenía el trozo de sándwich—Termina—dijo serio.

Fabrizio así lo hizo.

—Levántate—ordenó.

Aunque no le gustase la idea obedeció y Kozlov se sentó y lo atrajo sentándolo nuevamente sobre su regazo.

—No puedo comerlo, es verdad—dijo refiriéndose al estofado pues creía que iba insistir.

—Olvida eso—susurró Kozlov tomándolo del mentón y besándolo profundamente.

Los ojos de Fabrizio se abrieron como platos —“no puede ser ¿ahora?”—pensó asustado



*Kotik=Gatito en ruso ♥

Capítulo V
Solo los dos


        Kozlov invadía su boca con un beso húmedo y profundo, mientras le acariciaba el muslo y la espalda lujuriosamente, Fabrizio nervioso solo se mantenía quieto, la boca de Kozlov buscó su cuello, besándolo y dejándole un chupón—mierda, eres tan lindo, quiero follarte—le susurró haciéndole sentir su cálido aliento en su cuello. Fabrizio tragó grueso.

—Levántate—susurró Kozlov con la voz ronca.

       El italiano obedeció tembloroso y Kozlov lo hizo inclinarse sobre la mesa, para tener libre acceso a su trasero, le alzó la camisa para exponerlo,  tomó las nalgas y se las separó para ver la dulce entrada que se mostraba un tanto inflamada—“maldición, todavía está lastimado, si me lo follo ahora quizás  lo desgarre” —pensó frustrado, un desgarré anula la capacidad de contracción y le quita la gracia.

        Fabrizio, con sus manos sobre la mesa estaba totalmente enrojecido tanto de enojo como de vergüenza, rogaba porque todo ocurriera rápido, pero para su desdicha Kozlov pensaba darse su tiempo. Mientras  pensaba en ello sintió algo cálido en su entrada y se sobresaltó. Era la lengua de Kozlov.

       Fascinado con el chico Kozlov comenzó a lamer el ano de manera a veces circular, otras de arriba a abajo y presionando la punta para entrar, sujetaba fuerte las nalgas de Fabrizio porque este,  aunque trataba de obedecer no podía evitar moverse  a veces, incomodo con la situación. El ruso le mordisqueó una nalga resoplando deseoso, se incorporó abrazando por detrás el cuerpo del italiano que seguía inclinado sobre la mesa y al oído le susurró—Quiero follarte.

El italiano no contestó ni se movió, al fin y al cabo él no tenía decisión  en eso, así que se limitó a fruncir el ceño.

—Junta las piernas—le ordenó el mayor con voz ronca de deseo.

Sin entender para qué Fabrizio así lo hizo.

Kozlov  sacó su miembro erguido, se aferró a la cintura del menor y le metió el pene en medio de los muslos—aprieta más—ordenó entre jadeos.

        Sorprendido y asqueado al italiano no le quedó otra más que obedecer y Kozlov comenzó a moverse como si lo estuviera penetrando, se estaba masturbando entre los muslos del italiano y mientras lo hacía sus manos buscaron los rosados pezones, pellizcándolos y manoseándolos impúdicamente, ignorando la pequeña resistencia que a veces ofrecía el menor. Su miembro aprisionado por los suaves muslos y el olor dulce del italiano lo estaban llevando a un placer inconmensurable, se movía rítmicamente apretujando al italiano contra si para sentir más su calor, dio varias estocadas fuertes mientras succionaba el cuello del chico hasta que su esperma salió ensuciando las piernas del italiano. Aún duró un minuto sobre Fabrizio, besuqueándole el cuello queriendo más. Este por su parte estaba temblando de ira, sentir el semen del otro escurriéndose en sus muslos era desagradable.

        Kozlov se levantó y tomándolo del brazo lo giró para estar frente a frente, luego lo tomó de la cintura y lo sentó sobre la mesa, Fabrizio dio un respingo mas no dijo nada. El ruso envolvió con sus brazos el pequeño cuerpo y empezó a besarlo profundamente,  se deleitaba con esos labios suaves y boca caliente, sentía que quería devorarlo de los pies a la cabeza, lo apretujaba contra si casi con desesperación al punto de hacerlo soltar un quejido por lo fuerte de su abrazo.

—Lo siento—se disculpó rompiendo el beso y aflojando su agarre—es que eres tan dulce, tan hermoso.

Fabrizio mantenía la mirada desviada.

—En verdad quiero follarte ahora, coño—se lamentó lujurioso.

Entonces lo bajó de la mesa, se sentó en la silla y le dijo al rubio en tono apremiante—chúpamela.

Los ojos del italiano se abrieron como platos—…qué…

—Chúpamela—increpó halándolo del brazo para que se hincara entre sus piernas.

—…no, yo no…—solo escucharlo le daba arcadas.

Kozlov apretó su agarre hasta hacerle daño, estaba muy caliente y no tenía paciencia—Chúpamela o te la meto por el culo hasta que ya no puedas caminar.

        Fabrizio palideció, después de todo sabía que si se negaba le obligaría, terriblemente asustado se hincó despacio  sacándole una sonrisa de satisfacción al mayor que le soltó.

—Buen chico—dijo Kozlov acariciándole la mejilla.

Tragando grueso y sintiendo que el corazón le estallaría, Fabrizio llevó sus manos trémulas al entrepierna del mayor donde su miembro erecto se asomaba.

—“pero acaba de eyacular, cómo coño…”—pensaba Fabrizio pasmado.

—Apúrate—exclamó ansioso Kozlov.

        Cuando tomó el pene lo sintió palpitar en su mano, eso le asqueó pero trató de ignorar la sensación, sacó la lengua tímidamente y dio los primeros lengüetazos saboreando sin querer el presemen . Sintió la mano del otro sobre su cabeza, apremiándolo, lo miró y notó sus ojos brillosos de deseo.

—Quieres enloquecerme, hazlo ya—atizó con voz ronca.

        Exhalando un hondo suspiro, llevó a su boca el miembro caliente comenzando la labor de chupar y lamer mientras escuchaba los jadeos placenteros del mayor , el pene era muy grande y tenía que abrir la boca de manera exagerada así que al poco tiempo ya le dolía la mandíbula y entonces se ayudaba con la mano. “hermoso” “lindo” “dale bebé” eran las palabras que escuchaba del otro y ya se estaba mosqueando ¡Qué acaso no podía disfrutar en silencio! Pensaba enojado. Volvió a meter en su boca el pene caliente pero esta vez no pudo sacarlo, porque eufórico Kozlov le había sujetado la cabeza y le obligaba a chupar con violencia, Fabrizio intentó apartarse pero no pudo, sentía que se ahogaba, el otro se movía como un poseso y en cuestión de segundos le llenó de semen la boca, soltándolo por fin.

        Fabrizio tragó involuntariamente una parte, la otra la escupió mientras tosía incesantemente, no lograba recuperarse aun cuando fue cargado por Kozlov quien lo sentó de nuevo en su regazo y le besó.

—Eres lo más lindo que hay en este mundo—le dijo limpiándole los labios en una caricia.

Fabrizio no contestó, seguía jadeando para recuperar el aliento.

—Lindo—volvió a decir embelesado con él. Se levantó llevándolo en brazos, hasta el buró y lo colocó con suavidad en el suelo. Abrió la gaveta,  sacó algo, era un brazalete de oro con incrustaciones de diamantes y se lo colocó en la muñeca derecha—Eres especial, si te sigues portando bien tendrás todo lo que quieras.

       El italiano miró con asombro la joya,  sintió como el otro le tomaba el mentón y le alzaba el rostro, sus ojos se encontraron e involuntariamente tembló. El mayor se inclinó y le besó con suavidad los labios.

—Por ahora descansa, tengo cosas que hacer—dijo y se marchó.


—Maldito—murmuró Fabrizio al quedarse solo  limpiándose con furia la boca pero enseguida sonrió mirando la joya, el problema de dinero ya estaba resuelto.

3 comentarios:

  1. Yo sabía que no debía leer algo que aún no está acabado ¡Ahora que hago yo con esta bendita ansia! TTuTT sube lo que sigue prontito please

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  2. Lo que sigue porfisss!!!! PD: lo adoré ese Kozlo es asjhasjaksja me encanta xD

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  3. Me lo advirtieron, ¡ME LO ADVIRTIERON! Pero no hize caso, y ahora que hago ¡¿QUE?! *Llora dramaticamente sobre la mesa*

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